BIOGRAFÍA






Colette Delozanne (París, Le Bourget, 08-01-1931 – Caracas, 29-6-2021) es una muy importante artista francesa en Venezuela y América Latina. Desde el principio (1967), eligió la arcilla para crear esculturas, algo muy raro y confidencial a nivel mundial, e inédito en Venezuela. Esto la condujo a desarrollar nuevas técnicas, con el fin de construir en arcilla estructuras muy complejas de gran formato que no se deformaban durante el proceso de cocción, lo cual le permitió inclusive cortar en pedazos obras monumentales para pegarlos tras la quema.
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Artista prolífica, en 55 años de trabajo ha producido unas 1.300 esculturas y maquetas en todos los formatos y en diversos materiales. Ha sido galardonada con los premios más importantes de su país de adopción, entre ellos el Premio Nacional de Escultura, y también ha sido condecorada Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno francés.
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Su obra, representada en más de treinta ciudades y museos, es guiada por una palabra: religare (vincular, conectar), en el sentido espiritual del término. Ya que todo lo que expresa en su universo está vinculado: lo sagrado, la mitología, la naturaleza, la humanidad, el mestizaje de las culturas primitivas de América y Europa. Todos estos mundos, elementos y seres que están interconectados. La universalidad.
Colette Delozanne nació cerca de París (Le Bourget) el 8 de enero de 1931; beneficiaria de una Bolsa de estudios, estudió en el Liceo Lamartine de París, donde se graduó en 1950. Deseaba estudiar en la Escuela del Louvre, pero los difíciles años de la posguerra la llevaron a inscribirse en el Centro Nacional de Enseñanza Turística de París. En España, trabajó como secretaria, aprendió el español y conoció a Eloy Silvio Pomenta, un estudiante venezolano de medicina que será más tarde psiquiatra y escritor. La pareja se instala en Venezuela y se casa en 1955; tendrán dos hijas: Corina y Sandrah Silvio Delozanne; y una nieta, Maïa Guespin Silvio. Años más tarde, comenzó su interés por la cerámica, tomando cursos en el Atelier de Arte Libre Sinaí Ovalles, y en el Atelier Gustavo Lafee.
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En 1968 y 1969 comienza a exponer, participando en el XXVI Salón Arturo Michelena, Valencia, y en el XXX y último Salón Anual Oficial de Arte Venezolano, en el Museo de Bellas Artes de Caracas. En 1970, realiza su primera exposición individual en la Galería Banap. Un año después, obtuvo el Premio Nacional de Artes del Fuego en su primera edición en el Ateneo de Valencia (Venezuela), lo cual desató una polémica que se apagó muy pronto. En esa época, la escultura en arcilla era muy rara y confidencial, en Venezuela era inédita; unos decían que no era cerámica, otros que no era escultura... Después de otras importantes exposiciones, Colette representó a Venezuela en el Primer Simposio Internacional de Cerámica de EE.UU. celebrado en Memphis (1973). Allí conoció a ceramistas escultores de otros países, muy pocos en aquella época. Poco después fue galardonada con el Premio Julio Morales Lara en la XXXII Exposición Michelena (Valencia, Venezuela).
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Su condición de escultora, ya señalada por el poeta venezolano Aquiles Nazoa en 1970 es, a partir de entonces, fuertemente afirmada y reconocida por críticos de arte y galeristas. En 1976, mientras exploraba otros materiales, comenzó a trabajar la fundición en bronce en el taller de Hugo Daini, y al mismo tiempo creó los Recintos (espacios mágicos, perforados y comunales), a los que siguieron más tarde las Torres y los Espacios Sagrados. En 1977 recibe el Primer Premio Nacional de Escultura en el IV Salón Nacional de Escultura (Valencia, Venezuela), con la obra Con el rostro poblado de espacios.
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En la década de 1980 se incrementa la creación de esculturas monumentales (de entre 6 y 12 pies de altura), a menudo compuestas por varios elementos y realizadas con técnicas mixtas (bronce, hierro, cemento, fibra de vidrio, piedra artificial); más de treinta conformarán colecciones públicas y privadas en museos y lugares públicos de Venezuela y algunos otros países.
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En 1981, presenta la importante y muy exitosa exposición individual Signos y Premoniciones en la Galería de Arte Nacional, en Caracas. La prestigiosa bailarina de danza moderna venezolana Sonia Sanoja, crea la coreografía Signografía con la obra de Colette Delozanne; un diálogo con las esculturas de la exposición. El vestuario es creado por Delozanne y por ella misma, la música fue compuesta por Emilio Mendoza. En relación con las piezas de gran formato que expone en esta ocasión, la artista declara:
"Como la fundición en bronce es terriblemente cara, esculpo en arcilla. Cuando la arcilla tiene la consistencia del cuero, ni demasiado seca ni demasiado húmeda, cortamos la obra en trozos (digo "cortamos", porque mi marido me ayuda) para poder cocerlos en el horno. Cuando todas las piezas están cocidas, las pego con epoxi y diversos materiales, y finalmente pinto la escultura con acrílico".
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Esta es la técnica que utilizará siempre para sus esculturas de gran formato. A finales de los setenta, debido al volumen y complejidad de su obra, y al reto que suponía el gran formato y lo monumental, Reinaldo Garmendia Silvio, primo de su marido Eloy, comienza a trabajar como asistente en su taller. Más de 40 años de colaboración y una relación madre-hijo, como correspondía al carácter de Colette. Forma a Reinaldo, quien complementa su escasa fuerza física y la ayuda en las tareas que impone ese tipo de formatos. Reinaldo la acompañó, en casa, hasta su último día, hoy es un experto de su obra y domina las técnicas de restauración.
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Algunas personas, que acompañaron su carrera, merecen ser mencionadas, no sólo por su contribución, sino también porque desarrollaron una íntima relación familiar. Para ellos, y para la familia, amigos, muchos artistas y amantes del arte, la casa y el estudio de Colette estuvieron siempre abiertos como lugares de enseñanza e intercambio. Una figura esencial fue Teresa Serrano, que empezó como niñera y se convirtió en un miembro más de la familia: segunda madre de sus hijas, hermana de Colette y fina observadora de su arte; falleció cuatro semanas después de la muerte de Colette, como si hubieran decidido marcharse juntas...
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Desde el principio, los escritores y poetas Aquiles Nazoa, Rafael Cadenas, Antonia Palacios y Elizabeth Schön la acompañaron y animaron; Colette eligió sus versos como título de varias de sus obras. Varios artistas también desempeñaron un papel esencial en algún momento de su carrera, como los pintores Hugo Baptista, Humberto Jaimes Sánchez, Ramiro Najul y Oswaldo Vigas; el escultor Francisco Narváez; y la bailarina venezolana Sonia Sanoja y su marido, el poeta Alfredo Silva Estrada, ambos mantuvieron una relación estrecha y cotidiana con Colette. Otros coleccionistas o críticos de arte han desempeñado un papel esencial: Bélgica Rodríguez, Rafael Pineda, Juan Calzadilla, Rafael Briceño, María Teresa Castillo Otero, Perán Erminy, Roberto Guevara, Enrique Viloria, Nelly Barbieri, Pedro Rendón et Luis Felipe Faría. Gracias a la iniciativa de Marie Christine Dufour, el proyecto de libro sobre Colette (2004) es lanzado por intermedio de la Embajada de Francia en Venezuela. Finalmente, la documentalista Yabajana Contreras realizó un inestimable inventario de las obras realizadas entre 1967 y 2009.
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Los siguientes amigos acompañaron fielmente a Colette durante las últimas dos décadas o más y hoy ayudan a sus hijas y a Reinaldo a preservar su legado. La ceramista Fabiana Vernile, que la acompañó como una hija y ayudo a restaurar obras en su taller. El artista y orfebre Christian Gramcko Rivas, que realizó con ella una colección de joyas. El cineasta Rafael Straga, que trabaja en un documental sobre Colette gracias a años de rodaje. El coleccionista de arte Luis Felipe Faría, otro hijo espiritual. Y, por último, la crítica de arte, historiadora y comisaria (especialista en arte latinoamericano) Bélgica Rodríguez, que ha sido, desde el principio, una figura central y es hoy la principal especialista en la obra de Colette, eran como hermanas.
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En 1982, Colette participa en la Exposición de Escultura, celebrada como preámbulo de la Bienal Nacional de Escultura; ambas en el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez (Margarita). El Consejo Nacional de la Cultura adquiere ocho esculturas y con tres obras más recientes, integra la exposición colectiva en el Museo de Cerámica de Coro, estado Falcón. Ese mismo año, participa en la exposición Esculturas en el Parque, Parque del Este (Caracas); una de las esculturas es seleccionada para la colección permanente del Museo Abierto Andrés Pérez Mujica (Valencia, Venezuela). Ese año, el Estado venezolano le otorga la prestigiosa Medalla de la Orden "Andrés Bello".
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En 1983, crea in situ Santuario de la selva, en hierro y hormigón, para el I Simposio de Escultura de las Minas de Aroa (Yaracuy). En 1984, el bronce Ritual de lo entrañable, se instala en la Estación Caño Amarillo del Metro de Caracas; mientras que la escultura de cinco elementos en bronce Los Seres Esenciales, se coloca en el Jardín Botánico de Caracas, y posteriormente en el Parque del Este. Al año siguiente, participa en la gran exposición Escultura 85, organizada por la escultora María Cristina Arria para diversos espacios de la capital del país, exhibiendo La Gran Tríada, escultura de piedra artificial, de tres elementos; desde entonces, esta obra se exhibe frente al Teatro Teresa Carreño, Caracas, como parte de su colección permanente. Colette continúa incesantemente su labor creativa; expone en diferentes galerías, y cuenta con una importante muestra individual Entre Esplendores Sagrados, en la Galería Durban (1988, Caracas)
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Los años 90 son la década del bronce y ella continúa con la concepción y el diseño de esculturas monumentales integradas en la arquitectura. Realiza un gran número de maquetas y sueña con construir estructuras, pasadizos, pequeñas ciudades que convivan con la vegetación, donde humanos y animales puedan transitar, descansar, pasar un momento. La Galería Arte-Hoy organiza Bronces con tres escultores, donde expone siete obras. En 1983, participa en la Primera Bienal Camille Pissarro, con Alianzas primaverales, un bronce de mediano formato con tres elementos, cuya versión en gran formato es adquirida por la Empresa Nacional de Petróleo PDVSA y colocada en Tamare, en la costa oriental del Lago de Maracaibo.
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En 1995, presenta una gran exposición individual de siete esculturas de gran formato en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, donando a esta institución Fervor Caminante I. También fue invitada especial a la VII Bienal Nacional de Escultura, Museo de Arte Contemporáneo Narváez, Porlamar, y al XXI Salón Nacional de las Artes del Fuego, Valencia. Ese mismo año se publica La Casa del Señor, libro sobre su obra con texto del escritor Enrique Viloria Vera. La década de los noventa finaliza con exposiciones colectivas en la ciudad de Pontoise, Francia; en la Galería Trazos de Caracas y en la II Exposición Internacional de Artistas Independientes, vinculada al BCN Art Direct de Barcelona, España.
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A finales de los años noventa, Colette Delozanne inicia por primera vez un pas de deux artístico con su amigo, el talentoso artista y orfebre Christian Gramcko Rivas, quien al conocerla sintió una conexión artística (ambos utilizan la textura en sus obras) y le propuso realizar las joyas que ella diseñaba. A sus casi setenta años, Colette se lanza con entusiasmo a este nuevo reto: ¡de lo monumental a lo minúsculo!
Los dos artistas trabajan en total armonía, se escoge la técnica de “cera perdida”. Colette diseña y, al principio, intenta moldear las joyas en cera, pero odia trabajar en este material: "Es un desastre, se derrite constantemente", dice. Deciden entonces que Colette hará los modelos en arcilla. Dada la complejidad del trabajo, Christian la aconseja constantemente: "No es fácil trabajar con lo diminuto, Christian siempre me corrige, él me regaña", decía siempre bromeando, como una niña. Pero ahora, los modelos eran demasiado gruesos. Christian trabaja de nuevo los modelos de arcilla para lograr unos de cera más fino, que Colette firma después de retocarlo, texturizarlo y realizar las joyas de plata. Una colaboración a cuatro manos que dará como resultado una preciosa colección con collares, colgantes, pendientes, pulseras, anillos. A cada uno, por supuesto, Colette le dará un nombre.
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Entre 2000 y 2015, Colette vivió un intenso periodo creativo, con total libertad. Revisa todas las formas de expresión de sus inicios, como en una síntesis, y crea otras nuevas, como copas y estructuras giratorias aladas. En este periodo, realiza una nueva proeza técnica: estructuras dobles, en las que un elemento externo y cerrado contiene una compleja estructura interna a la que se une mediante un intrincado sistema de puentes y contrafuertes.
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Es un periodo de grandes exposiciones individuales y colectivas. Es invitada a la I Bienal Andina de Escultura (2002) en el Museo de Arte Moderno de Cuenca, Ecuador, donde recibe un Premio por su obra Ascender con el alma. En 2004, Colette hace donación de su escultura, en gran formato Adviento (1988) a la Embajada de Francia en Venezuela; desde entonces, orna los jardines de la residencia. Ese mismo año, bajo los auspicios de esta embajada se publica un segundo libro, Colette Delozanne. Escultora, una obra profusamente ilustrada con escrita por Bélgica Rodríguez.
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Tres exposiciones individuales muy importantes son: la del Centro de Arte La Estancia (2008); la gran retrospectiva Tiempos de Devoción, organizada por los bancos BOD y CorpBanca con la Embajada de Francia (2010); y la exposición homenaje Colette Delozanne: Historia de una escultura (2012), en la Alianza Francesa de Caracas, sobre la creación de su escultura de gran formato Gran Lugar del Alba para esta institución. En 2008, la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) le concedió el premio "Maestro consagrado" y en 2009 fue nombrada "Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres" por el Ministro de Cultura francés Frédéric Mitterrand.
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Entre 2017 y 2021 la salud de Colette Delozanne se deterioró progresivamente y su actividad artística se redujo considerablemente. En 2019, participa en la exposición colectiva Maestros del Arte en Venezuela, en la Galería Freites. En 2021, recibe el Premio Nacional "Francisco Narváez" (Premios CIANE).
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Colette Delozanne fallece en Caracas el 29 de junio de 2021, a los 91 años de edad, tras 55 años de carrera ininterrumpida y muy prolífica; nos deja aproximadamente 1.300 obras y maquetas, son contar los dibujos. Fue una trabajadora incansable, siempre experimentando con esmaltes, óxidos, nuevos materiales. En la obra de Colette encontramos proezas técnicas que le permitieron construir estructuras muy complejas y de gran tamaño que no se deformaban al cocerlas, permitiéndole incluso cortar obras monumentales en trozos y pegarlos después de la cocción. Podríamos decir que su arte es global. Colette llevaba un diario: grandes cuadernos de dibujo donde que dibujaba, comentaba cada proyecto o escribía sus pensamientos, su vida cotidiana; por otra parte, bautizaba sus esculturas con poesías de muchos autores, así como con su propia poesía, rica en referencias a la mitología y a las culturas antiguas y primitivas de Europa y América Latina.
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Colette, de 1,60 metros de estatura, tenía una insaciable búsqueda de conocimiento y era a menudo como una niña: alegre, profundamente sensible y constantemente maravillada por cada descubrimiento, por todo lo que la rodeaba. Amable, generosa, profundamente espiritual, siempre presente para la familia y los amigos, y entusiasta ante cada nueva creación, pequeña o monumental, sin importar el esfuerzo realizado. Su obra, sus amigos y su familia, eran sus pasiones, su sacerdocio, formaban parte de su universo decididamente espiritual: lo sagrado, lo invisible, la naturaleza, la humanidad, la mitología, el mestizaje de las culturas antiguas y primitivas de América y Europa. Todos estos mundos, elementos y seres interconectados. La universalidad.
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"Hay un término esencial que es como una guía en mi trabajo: el término latino religare [conectar], de ahí viene la palabra religión. No estoy con una religión en particular, sino con lo que significa religare: todo está interrelacionado. Por eso hay tantos huecos en mi obra, hay vacío dentro; este vacío es un misterio que también está poblado: altares, pilares, ventanas, puertas, señales, puentes, escaleras que simbolizan el ascenso..." Colette Delozanne.